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¡Ah, y les encanta ir a los banquetes y sentarse a las cabeceras de las mesas, e ir a la sinagoga y sentarse en las primeras sillas! Y cuando andan por las calles, les gusta que les digan: “¡Rabí, rabí!”. No dejen que nadie los llame así. Sólo el Cristo es Rabí[a] y todos los hombres están en el mismo nivel de hermanos.

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Footnotes

  1. 23.8 Maestro.